Me prometí a mi mismo dejar de mentir por amor, a no llorar y a no temer por mi cabeza loca que no me deja pensar cuando desespero. Valentía ajena pediré prestada y con crayola pintaré su aura de modo que parezca hermana de este miedo hijo mío... Acostumbrarse el final y yo soy todavía el prólogo.
Dejaré mi mente atada donde se merece y elevaré vuelo muy pronto, mis alas se secan a la tenue luz de una película y una simple conversación nocturna que deja más puntos en claro que semanas de soledad y kilómetros recorridos... Ahora descanso porque el sudor lleva sangre de no precisamente mi corazón.
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