lunes, 18 de abril de 2011

Cuerpo de mujer...

No hay nada más portentoso que besar tu piel viendo tus ojos gotear, no hay que se compare con la energía que emanan tus piernas al alrededor de mi cuerpo y mucho menos es semejante cualquier vivencia de este mundo con un suspiro al sentir esa boca que esparce tu fragancia y me hace perder el juicio, olvidar momentos fuera de esta cama y ser yo mismo en todos los sentidos. 
Me siento muerto, revivo a cada instante y lloro de alegría por cada cabello que roza mi cara y estoy seguro que eres incapaz de fingir este mismo sentir y este mismo amar que nos apasiona sintiéndonos en la cima del Everest por momentos y en otros en una caldera medieval que está en medio de un bosque nubloso, bosque el cual tú y yo creamos y lo adornamos a nuestra manera.
 Podría jurar que hasta la huella que dejaste en mi mente llega a desesperarme, pues si ponemos en paralelo el tocarte y el no verte, llega a doler estar lejos de ti. 
¿Hay razones para amarte? No me importa, ¿hay razones para dejarte? Sí, pero no lo hago; como dice Ignacio Fornés: “Amar es la mayor locura a no ser que se ame con locura” y es verdad con mayor fuerza cada atardecer donde en esa parada esperas sonriente a que este aprendiz con sed de conocerte llegue y te coja de la mano hasta siempre.

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